Reloj

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Los olvidados

La atmósfera está en calma,  el cosmos de mi habitación de repente se altera por algún motivo, mis oídos lo confirman, alguien llamó al timbre y el sonido alteró la tranquilidad de mi hogar. Me extraña muchísimo, pues no suelo recibir demasiadas visitas. Me apresuro a ponerme las zapatillas, el timbre ya hace algún rato que dejó de vibrar  y por algún motivo la curiosidad me impulsa a abrir la puerta. Recorro el largo y estrecho pasillo que separa lo que yo llamo mi rincón del pensamiento de la puerta de entada a mi morada, mi sorpresa y decepción al abrir la puerta es encontrar tras ella al muchacho trajeado, con la misma corbata, camisa, americana, pantalones y zapatillas de la semana pasada; ¡incluso me atrevería a decir que lleva hasta el mismo peinado!
-Hola señora Zafiro, vuelvo para ofrecerle una nueva oferta de luz que creo que le podría interesar más que la de la semana pasada, para que se venga con nosotros, ¡exclusiva para clientes exigentes como usted!-
Admito que el muchacho se lo está currando, pese a que sepa cuáles son sus intenciones y las de la empresa a la que representa, pero solo por el esfuerzo que ha hecho para recordar mi nombre lo dejaré entrar como recompensa y no le daré con la puerta en las narices.
-Está bien, ¡pasa hijo! siéntate si quieres donde la última vez, no vayas a ser uno de esos mozos que les gusta la rutina y te dé un pasmo si no repites todo igual que la última vez y tenga que llamar corriendo al matasanos-
El chico tiene la misma dificultad a reaccionar ante una broma que el típico comercial fracasado con la mancha en la corbata y que está al borde del despido, que cuando lo sacas del guión de posibles respuestas o conversaciones con los clientes que estudian, parece que se les viene el mundo encima.
Pasan como unos 5 segundos y finalmente el muchacho se decide por una leve carcajada que ante la evidencia de sus dificultades para comportarse con naturalidad, me apiado de él y me ciño al guión.
Tras unos minutos de conversación, le suelto que no me interesa, que estoy contenta con la compañía que me abastece de electricidad y se lo dejo lo suficientemente claro como para disuadirle de una nueva visita. Esta gente siempre se aprovechan de los más mayores, te adorna los oídos con abaratamientos en los recibos pero que luego por comisiones o impuestos acabas pagando más, pues conmigo no cuela, pese a que tengo 75 años no soy fácil de engañar. Parece que solo nos quieren o para sacarnos los cuartos o para cuidar a los niños.
Se acercan las navidades y día tras día me siento delante del teléfono con la esperanza de que este año se acuerden de mi y suene, tengo 2 hijos a los que ni siquiera mi memoria me puede dar una fecha concreta de la última vez que los vi. Me siento sola en una sociedad en la que a los viejos nos tratan como cargas o criados que si estorbas mucho ¡a la residencia de cabeza!. Parece que si ya no tienes capacidad de trabajar te conviertes en un estorbo, ¡como si las personas solo valiéramos por lo que producimos y no por el cariño que podemos dar!
Lunes.... Martes... Miércoles..... Hasta compruebo que el teléfono esté enchufado por si acaso.
El jueves es 25 de diciembre, y estoy preparando asado de pollo, ¡tiene una pinta buenísima! Lo compré hace 1 semana al carnicero y está cocinado en su punto. Me siento en el sofá como todos los años por estas fechas y no puedo evitar que mis ojos se mojen en sus propias lágrimas, no os podéis imaginar lo que es estar sola el día de navidad, donde solo aparecen niños y familias sonriendo por la televisión, presentadores deseándote felices fiestas y que las disfrutes en compañía....... Podría morirme aquí mismo y tardarían años en hallar mis restos.
Mi única compañía son mis libros que me permiten volar por mundos de fantasía y misterio, ayer fui marinero, hoy soy caballero y galopo a lomos de mi corcel blanco. La lectura oxigena mi mente, me da fuerzas para seguir adelante y me permite vivir más allá de las posibilidades de estos viejos huesos. Paso largas horas del día en mi rincón del pensamiento donde leo o escribo pues cuando todos nos dan la espalda los libros nos abren su corazón para que durante unas horas nos olvidemos de lo cruel que pueden llegar a ser con nosotros.

EN MEMORIA DE TODOS AQUELLOS QUE PASARÁN LAS NAVIDADES SOLOS Y QUE NADIE SE MOLESTARÁ EN PENSAR EN ELLOS

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